Hoy es uno de esos días que tenés varios temas en la cabeza y no sabes cual es el mejor para desarrollar, como no me suele pasar a menudo comienzo por el primero que viene a mi mente, hoy en mi país se celebra el día del maestro.Para mi familia es un día importante, porque hay varios docentes que la integran, comenzando por mi mamá, docente jubilada, mi hermana, mi primo, mi otra hermana que en verdad es terapista ocupacional pero que se asemeja mucho a la docencia y para finalizar yo.
Parte de la enseñanza en mi familia se relaciono con ver a mi mamá docente, no se si a muchos les pasa con otras profesiones pero los hijos de docentes, se debaten entre los celos y el orgullo,celos por esos niños que quitan el amor de nuestra mamá varias horas al día y que cuando están en casa siguen pensando en ellos, corrigiendo trabajos, armando una clase. El orgullo lo sentimos cada vez que vemos su guardapolvo blanco y su portafolio salir por la puerta, porque sabemos que es una profesión difícil y ella lo hace con mucho amor o cuando la vemos en las marchas portando la bandera argentina luchando por sus derechos. Hoy es jubilada, pero una docente nunca deja de serlo, sigue dando clases a mi hijo, o tratando de ordenar el caos en un cumpleaños lleno de chicos o cada vez que va a una plaza con sus nietos y le grita a los demás niños dando ordenes aquí y allá.
Mi hermana mayor, la segunda docente de la familia, siente tanta pasión por la escuela como mi mamá, adora a sus alumnos y se esmera para que aprendan algo por más difícil que sea, como química, biología, pero también en sus clases es una docente muy justa, justicia que aplica a todos los ámbitos de su vida, desarrolla una gran lucha por los docentes y sus derechos desde el gremio, desde la calle, desde la misma institución donde trabaja, porque le molestan las diferencias y las injusticias como a mí. Pero sigue adelante pese a las adversidades, por los chicos, porque son su más importante tesoro y lo demuestra constantemente.
Mi primo y mi hermana menor, digamos que llegaron a esta profesión por casualidad, como no queriéndola y sin embargo el convivir con mi mamá pudo más y se metieron de llenos a ella con el amor y el empeño que un docente necesita, son los más pequeños y los últimos en abrazar esta profesión, pero son tan fuertes en sus ideales que transmiten sus conocimientos como lo haría el último peón o el rey del tablero.
Por último estoy yo, me reconozco docente, como abogada, pero lo que recibí como docente no tiene descripción, ver crecer a un chico desde los trece años a los dieciocho, ver cambiar su cuerpo y sus comportamientos, verlos irse con un montón de sueños para encontrarlos después con hijos, con trabajo o estudiando y que te digan hola profe, como si el mundo se hubiese detenido en esa aula y ninguno de los dos hubiese cambiado, porque para ellos seguís siendo su profe, como mi mamá seguía siendo su señorita.
Hoy siento que debo seguir mi camino y eso implica dejar esta profesión pero es tanto el dolor de no volver a sentir el olor a tiza, ni pararte frente al aula mirando sus caritas expectantes, ni escuchar sus problemas, ni sus anécdotas que me cuesta cerrar esta página, pero se que debo seguir sin ellos y solo con sus recuerdos, como otra puerta más que cierro en mi vida para continuar la búsqueda de mi destino.
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