Hoy estoy más loca que de costumbre, eso en mi persona quiere decir mucho. Lo que pasa es que hace dos semanas que las maestras de mis hijos me tienen, recortando figuritas, buscando información sobre el cabildo, los vendedores ambulantes, el cabildo abierto, la época colonial y no sé cuantas cosas más, aparte resulta que tengo que ir a hacer casitas coloniales con afiche para el más grande, torta fritas y pastelitos en el jardín del más chico.
Me tienen cansada y no obstante eso resulta que tengo que vestir a uno de sereno y al otro de paisano, sereno!!!! hace tres días que busco en Internet como se vestían los serenos y hay por lo menos tres versiones, y al pequeño no le entra el traje de paisano que tenía de cuando el hermano salió en el jardín.
Encima, me entero que los dos actos son el mismo día y prácticamente a la misma hora, los dos requieren acompañamientos de los padres. Como hago me parto al medio, no sé pero esto del bicentenario se ha vuelto una locura escolar.
Yo entiendo que el bicentenario es un acontecimiento único que tenemos la suerte de estar vivos y disfrutar de este acto tan importantes para los argentinos y los latinoamericanos, pero la locura desatada estas últimas semanas entorno al asunto es mucho para mí.
Solo espero llegar al final de la semana más calmada, para poder escuchar las dos oraciones que tiene que decir el más grande, antes de ser la puerta del cabildo y ver al paisano con la banderita en la calle principal, parado, saludando el paso de la comitiva especial. Porque aunque no lo crean todo este despliegue y gasto de semanas no va a durar más que dos minutos del viernes.
Yo sé que para las que no tienen niños en edad escolar, les entrará la nostalgia con estos relatos y les parecerá hermoso los preparativos para los actos, igual que a las maestras jubiladas como mi mamá, pero a mí que no estoy pasando por mi mejor momento realmente me parece un trastorno difícil de digerir y loque más me cuesta es tener que poner cara de divertida y entusiasmada, cuando lo que en verdad tengo es gana de mandar al carajo a las maestras, a las madres y a todo el que me mencione el bicentenario.
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