A mí en particular me encanta el otoño, ver los arboles ponerse dorados, el sol de la tarde, jugar con mis hijos saltando de acá para allá, solo para escuchar ese ruido crujiente que hacen las hojas al pisar.
Es hermoso el otoño, solo tiene un pequeño defecto, las enfermedades que trae, y no es para competir con el invierno, que también nos trae enfermedad, el otoño es especial. Porque uno se levanta y se abriga como para explorar el polo, para descubrir al salir de casa que parece que estamos en el Caribe, entonces entra y se cambia, al llegar al trabajo nos dimos cuenta que pese a ser media mañana la temperatura misteriosamente ha bajado unos grados, entonces nos ponemos la campera, a las dos de la tarde después de comer salimos de vuelta al trabajo y parece un día de verano entonces decidimos dejar la campera en casa, total en una horas vuelvo, pero y ahí comienza el cuento de terror a las seis de la tarde la temperatura drásticamente bajo y no hay camperita ni nada que nos saque el frío, la única opción es llegar corriendo a casa.
Y es así, como estos cambios de temperatura, no digo por hora, pero cada tres horas, provocan las enfermedades, porque tanto en casa como en el trabajo no sabemos si prender la estufa o el aire acondicionado, si ponernos el tapado de lana o la camperita de hilo y terminamos con un resfrío, transformado en bronquitis, laringitis y fiebre.
Acá tengo que hacer una aclaración, porque si bien yo me resfrié primero y reconozco que el fumar pueda haber agravado mi estado, el culpable verdadero es mi querido maridito, porque estuvo cuatro días!!! con dolor de garganta sin ir al médico y cuando decido ir yo por los primeros síntomas el fue conmigo y se atendió pero claro, yo ya me había contagiado.
Porque el mate es una costumbre muy argentina, muy lindo, para compartir charlar y lo demás pero es terrible a la hora de contagiar enfermedades.
Bueno, así estoy hoy, sin voz, con dolor de cabeza, tosiendo todo el día, con pañuelos por todos lados, con pastillas de todos colores cada tres horas, nebulizaciones cada cuatro. Pero como no tengo una de esas computadoras modernas que pueden trasladarse a todos lados, ya les dije que yo avanzo de antigüedad a armatoste, aquí me tienen en pantuflas, con camisón y bata, una pila de pañuelos y una taza de te caliente porque hay que hidratarse, sin un cigarillo, compañero de mis tardes a la hora de escribir, en fin soy un desastre y parezco una bruja pero no quería dejar de escribir, al menos para que sigan riéndose de algo, aunque sea de lo que me pasa a mí.
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