Resplandecía la arena bajo el sol estival,
el río corría, dejando un leve murmullo en el aire,
sentada en la piedra, observaba el paisaje,
a lo lejos espinillos y sauces
acariciaban el paso del río al borde del cauce,
en las manos había un libro abierto,
su mente volaba a la fantasía de una tierra lejana
mientras observaba el paisaje embelesada
el tiempo se escurría entre los dedos como granos de arena
y el sol la abandonaba lentamente
pintando un cuadro con rosas y lilas de fondo y en el frente un vivo verde,
el ronroneo del río la invita a soñar
eleva su mirada esfumándose en la belleza de la costa rinconera,
solitaria, tranquila, soñadora y fugaz
se sienta en la piedra y comienza el ritual,
el sol y el río la acompañan, la arena alarga su sombra
y la joven una vez más se pierde el paisaje
sobrevolando el lugar.
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