EL CANSANCIO Y SUS REFLEXIONES PROFUNDAS

Hoy me levante cansada, hace días que no duermo bien, me quedo hasta tarde escribiendo o leyendo y al otro día hacer las actividades cotidianas, los chicos, la tarea, lavar, estar en la mesa. Un día mi hermana y mi primo dijeron en una reunión familiar que cuando era chica y me levantaba estaba media hora sin hablar y con cara de zombie contestaba, cuando quería con monosílabos, en estos días me reí mucho porque todos los días me levantó así.

Soy un zombie caminando y cuando quiero hacer las cosas, como treparme a una silla para guardar la ropa de invierno, me doy cuenta, que en este estado mi intento de limpieza puede terminar con un porrazo en el piso.

Será que siempre nos creemos más fuertes y con más aguantes por más que nuestras energías estén en un veinte por ciento.

Pero como parece que mi cabeza no se entera de mi estado y sigue funcionando con poca carga energética, me lleva a lugares remotos, hoy pensaba en el mar, esa inmensidad de agua cristalina o verde o azul profundo, depende la playa, con sus olas estallando sobre las rocas y ese ruido a rompiente, el olor a aire fresco y la sensación de libertad y paz que se percibe en su orilla, la alegría cuando una ola te moja los pies y estos se hunden en la arena, mientras muchos animalitos emergen de ella y se dirigen al mar presuroso por alcanzarlo y si no pueden se vuelven a enterrar esperando otra ola que los lleve hasta allá.

A veces somos así, como esos animales diminutos que esperan la ola para alcanzar la libertad y cuando esta llega tarde o se va demasiado rápido nos enterramos a la espera de otra oportunidad.

Mi escudo es blando y poco puede ante las embestidas, pero me escondo en mis escritos para resurgir de vuelta y remontar la próxima ola, camino al futuro sintiendo la bruma del mar y sus aires de libertad.