LOS TRENES NOSTALGIA Y OLVIDO

Hoy miraba con mi hijo menor, un dibujo sobre locomotoras, desde que tenía un año siente pasión por los trenes, es raro, porque él como muchos chicos y adolescentes nunca vieron un tren de verdad.

Mi abuelo, como muchos hombres trabajaron para el ferrocarril, viajo por todo el país enseñando y trabajando, porque era jefe de talleres. Siempre siento nostalgia por eso que perdimos los argentinos, por intereses económicos o de otro tipo, que dejaron la gente sin trabajo, las vías abandonadas para el hurto de hierro y las locomotoras paradas, pero lo más triste es que muchos pueblos de la provincia quedaron abandonados sin ningún medio de comunicación y los asentamientos debieron trasladarse cerca de las rutas.

Mi abuelo siempre me contaba historias de como funcionaban los talleres, como arreglaba las locomotoras y como esos talleres abandonados, que vemos en la ciudad, eran cuando estaban en todo su esplendor. Yo imaginaba la gente trabajando, las maquinas entrando y saliendo de los talleres, debe haber sido un espectáculo impresionante, lastima que muchos de mi generación y los que vinieron después, solo vimos las ruinas del taller y el oxido de las vías.

Cuando era chica, vivía a media cuadra de una vía, me encantaba a la noche escuchar el silbido del tren y los perros aullar, hasta que el silencio se apoderó del lugar y solo pasaba una por semana.

Hoy quisiera que el esplendor volviera a las vías, que esas maquinas olvidadas volvieran a transportar cereales y personas, se que soy inocente porque hoy los camiones reemplazan a aquellas que dominaron el territorio y es muy difícil desarmar tanto poderío, pero me gustaría que aunque sea como paseo, para que muchas generaciones las conozcan, vuelvan a funcionar.

En un viaje por Mendoza me asombre de ver las vías surcando las montañas y de escuchar las historias cuando el expreso trasandino era la única comunicación con chile, también me encantaba escuchar como el tren de Ushuaia, recorría el lugar con los presos y hoy lo hace con turistas, no sé, será muy difícil recuperar parte de ese poderío, aunque para ello tengamos que olvidarnos del tren bala, que a lo mejor pocos usen, para permitir el conocimiento y paseo de muchos argentinos por los pueblos perdidos de su provincia.

Ya sé, soy inocente, pero me gustaría creer que no soy la única, porque si mi hijo de dos años adora los trenes sin conocerlos, creo que muchos de su generación o de las anteriores también lo harán y es lindo ilusionarse conque un día pueda mostrarle a él lo que me contó mi abuelo.