UN DÍA DE COMPRAS

Hola, hoy fue uno de esos días donde la plata parecía desaparecer de mis manos con una rapidez increíble, primero pagando impuestos y cuentas, después las compras. No sé si a ustedes les pasa pero comienza el mes y uno tiene una lista de cosas que los hijos necesitan, primero para la escuela y el jardín, después sus necesidades.

Mis hijos parecen el increíble hulk, crecen por metro, no solo sus pies, sino también sus piernas y brazos, entonces llega un momento donde el pantalón le queda como capri, la remera le ajusta el pecho y en sus zapatillas totalmente gastadas y rotas asoman su dedo gordo por un pequeño agujerito de la punta.

No es que yo espero a ver este espectáculo ridículo para comprar ropa y calzado, es que para mi asombro, el mismo se repite todos los meses, ahora, si miramos al padre de un metro setenta y ocho, la madre de apenas un metro cincuenta y ocho, de donde salen estos hijos tamaño basquetbolista de la N.B.A.

Nunca supe explicarlo, ni a mi familia, ni a la de mi marido, me declaro inocente de engaño, con el sodero, verdulero o almacenero, ni con los vecinos. Pero como en toda familia hay un tío alto o un bisabuelo alto, recurrimos al árbol genealógico para justificar esta diferencia entre padres e hijos.

Bueno volviendo a las compras, las zapatillas son un tema porque las que les quedan bien no le gustan, entonces termino comprando cualquier cosa. El pantalón es un circo, el que le entra en la cintura le queda grande de piernas y fundillo, termino comprándolo igual y me paso una semana haciendo botamangas, las remeras mangas largas le quedan grande de mangas, pero sino no le entran de cuerpo, así de desproporcionados son mis hijos.

Cuando termino las compras, mi billetera esta vacía, ellos llenos de bolsas contentos, el padre con cara de cansado de dar vueltas ¿por qué será que a los hombres no les gustan las compras? nos dicen que damos vueltas de un negocio a otro, que les probamos un montón y no compramos nada, así que cuando termina el recorrido están cansados pero contentos de terminar el periplo. La única que no esta contenta soy yo, porque me quede sin plata, estoy cansada de lidiar con los tres en los negocios, tratando que los chicos no se maten ni rompan nada y que el padre colabore con algo.

Entonces llego a casa, miro mis zapatillas viejas, mis pantalones que no me entran y tienen más costuras que tela, mi camison que tiene siete años, y ahí amigos es donde me repito con toda convicción el mes que viene me toca a mí, solo espero que mis hijos no crezcan tanto, que las zapatillas les duren y que no sea el cumpleaños de mi marido o su día, porque sino yo tendré que esperar un mes más.