Hoy quiero hablarles de música, como se habrán dado cuenta, soy una persona muy particular, por las cosas que me gustan y la forma de pensar que tengo. Una de esas particularidades es mi relación con la música, si bien desde niña en casa se escuchaban distintos tipos de música; tales como Bee Gees, Los wawanco, Cacho Castaña, Fernando de Madariaga, Julio Iglesias, hasta Horacio Guaraní.
En la casa de mi abuela solía escuchar canciones andaluzas que mi abuelo entonaba recordando a su madre, y mi tío escuchaba rock and roll. Como verán mi cabeza tuvo acceso a diversos ritmos, pero hasta ahí todo parece normal para una persona de mi edad. Lo raro vino después, sin que nadie me acercara a él descubrí el mundo del tango, me apasionaban sus letras, sus melodías, sus cantantes y sus bailes.
La sensación que me invadía era como trasladarme a otro mundo, otra época, como sufrir desde lo más profundo de mi corazón y esparcir retazos del mismo por todo mi cuerpo, hasta que mi cabeza era un lamento de bandoneon.A veces me ocurre lo mismo cuando leo un libro, aunque no con la misma intensidad.
Cuando hablo con la gente, les parece raro que una persona de mi edad escuche esa música, lo que no saben es que desde que tenía veinte años que escucho esa música. Un día un vecino se paro en mi ventana y al escuchar me dijo pensé que estabas con alguien, otra vez me puse a comentar con el novio de mi abuela, si, aunque no lo crean mi abuela de ochenta y tantos (porque nunca sabemos su verdadera edad), tiene novio, sobre el tema y discutíamos sobre que cantante era mejor si Gardel o Sosa. Si hasta cuando fui a un recital de la gata Varela, era la persona más joven y me miraban todos raro cuando cantaba a los gritos los tangos totalmente apasionada como en un recital de rock. También me gusta Sabina aunque la gata dice que el es un tangero no reconocido, por las letras que escribe y las melodías de sus canciones.
Pero debo aclarar que más allá de mi pasión por el tango, en mi casa se escucha y se baila todo tipo de música; escucho Jairo, león Gieco, bailo con mis hijos salsa, bachata y hasta reggetong, si, canto y bailo con ellos. Aunque debo reconocer que archive de por vida cierta música porque tuve que cantarla hasta el artasgo por ejemplo; Piñón Fijo, tengo el mismo en cinco versiones distintas, ahora lo veo y me agarra urticaria. Esta bien hacer sacrificios por nuestros hijos pero después de cinco años de lo mismo todo tiene un límite. Igual me pasa con el chavo no puedo creer que a mis hijos les encante, esta bien cuando era chica lo veía, pero no se puede pasar treinta años viendo los mismos capítulos y encima lo pasan: en cinco canales distintos, en horarios distintos y en versiones distintas dibujo animado u original, no se puede mi locura toco el cielo, para colmo tienen un aliado, el padre que se sienta con ellos riendo a carcajadas como si fuera la primera vez que lo ve y después en la mesa comentan los diálogos y hasta el mas chico que tiene dos años imita al chavo, a la chilindrina y el profesor jirafales.
Por hoy me despido, sigo siendo la misma de siempre, rara, con gustos distintos y alergias particulares, aunque un poco más alterada.
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