No suelo hablar de Dios, pero voy a contarles algo que me pasó.
Un día iba a una reunión muy importante, donde se decidía parte de mi futuro, mi marido estaba sorprendido con mi tranquilidad y me miraba de reojo mientras manejaba, yo iba observando por la ventana y de pronto me encontré mirando el río pasar bajo el puente, las garzas que emprendían vuelo, una flor de camalote que crecía sola de un color lila hermoso y me di cuenta que eran señales, esas que suele poner Dios en nuestro camino y cuando apurado en el tráfico mi marido se encontró con un embotellamiento que me hacía llegar tarde a mi reunión, protesté, pero pronto me dí cuenta que no era una movilización o un corte de calle, descubrí que era el día de San Expedito, y la cantidad de gente y puestos obligaban a bajar la velocidad, pasé con el auto por la iglesia, vi a mi cuñada y mirando la puerta le pedí al santo que me ayudara y que yo iba a pintar una estatua suya y volvería el año entrante a agradecerle, la reunión salió bien, no resolvió mi futuro pero lo encaminó.
Hoy, hace tres días tengo la estatua del santo para pintar, leí su historia, va todas las versiones, vi las diez estampitas y las siete estatuas que hay de él, todas distintas y nunca comienzo la tarea.
Pero algo sucedió, me puse a leer un libro de Paulo Coelho, las valkirias, habla sobre la búsqueda de los sueños y de los ángeles, en varias lineas del libro reconocí mis palabras expresadas en este blog, mi vida se reflejaba en otro párrafos, la misma que les cuento siempre, entonces comprendí que mi búsqueda eterna, mis interrogantes sobre mi vida estaban ahí frente a mi.
A lo largo de estos años, caminé muchos caminos, tuve muchos trabajos y en todos esos sitios deje algo de mí, buscaba ayudar, cambiar a la gente y lo logré, mis ambientes de trabajo cambiaron cuando llegué, dejé semillas en mis alumnos de los que hasta hoy recogó los frutos, hasta que sentí que ya no era mi misión, que esa etapa estaba terminada y así fue pasando mi vida, hasta hoy que después de esta enfermedad busque nuevos caminos, nuevos sueños o tal vez el sueño que siempre seguí, ayudar a los demás, llegar a ellos y dejarles algo de mí, cambiar sus vidas a través de un gesto de una palabra,de una charla. Ahora es a través de mis escritos que cumplo mi misión, se que llego a ustedes, se que muchos se identifican y a muchos ayudo con mi palabra.
Tal vez, mi sueño de ser escritora sea mi último paso, en el camino o tal vez no, pero como en los anteriores dejaré todo de mi, plantaré semillas en sus mentes, abriré puertas y sanaré heridas.
Cada día cuando me levanto miro mi patio y veo las señales de Dios en todas partes, un gorrión que canta en mi ventana animándome a levantarme, cuando mi tristeza me ata a la cama, una flor que crece entre los yuyos solitaria, unas nubes hermosas, unas estrellas que cubren mi cielo enorme iluminadas por la luna y doy gracias a Dios cada vez que veo una señal.
Un día estaba en el lavarropa, pensando en mi futuro y mis penas, lamentándome de mi vida inerte e inservible, cuando una mariposa se posó en mi dedo, se quedó ahí un largo rato y después voló rozando mi cara y mi cabello, en ese instante donde quedé inmóvil sentí una paz una alegría tan plena, no se como explicarlo, es la paz que se siente al entrar a una iglesia vacía o esa sensación de satisfacción o alegría que sentimos cuando rezamos concentrándonos en cada palabra.
Esas amigos son señales que nos deja Dios y que nuestros ángeles envían cuando las necesitamos.
Por último, voy a contar algo que es difícil de explicar, cuando estaba muy enferma de depresión un día intenté quitartarme la vida, mis hijos dormían y mi marido no estaba, me dirigí al baño dispuesta a hacerlo y en el momento que el cuchillo rozaba mi muñeca, mi hijo pequeño lloró y salí del trance, corrí a alzar a mi hijo y lo abracé toda la noche, fue la noche más larga de mi vida, pero el se aferró a mi dedo sin saber que así me aferraba a la vida, no sé si fue Dios o mi ángel que lo despertó, pero eso me salvó y estoy segura de ello porque mi hijo dormía toda la noche hasta las seis y ese día lloró a las tres en punto.
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