Yo no sé si me pasa solo a mi, pero el inicio de clases que a muchas madres pone contenta, porque por fin van a mantener a sus hijos ocupados durante unas horas y no en casa todo el día, a mi no me alegra.
No es el hecho de que con las clases se inicien otras actividades, deportes, teatro, etc, que ocupan la semana de clases y nos tiene corriendo de un club a otro y con los horarios al límite, lo único que me molesta.
Sino, el hecho de que antes del comienzo, viene la limpieza. Si, la limpieza, de todo lo que dejo el año anterior. Sacar carpetas, tirar hojas, ordenar escritorios, guardar manuales del año anterior. Todo esto ante la queja constante de nuestros niños, que odian limpiar, aunque sea su propia mugre, me estresa mucho.
Uno comienza tirando cosas, y cuando ya va por la segunda bolsa de consorcio, se pregunta donde estaba metido tanto papel, si hasta parece una librería . Cartucheras de tres años seguidos, más de cien lapices de distintos tamaños, según el uso, carpetas nuevas sin uso, carpetas viejas, cuadernos de tres años anteriores, manualidades desde el jardín materno y así la lista sigue.
Bueno, ya llevo tres jornadas de arduo trabajo de orden, pero la pila aún no se acorta, si hasta parece que se agranda. Yo imagino que de noche los duendes vuelven a poner papeles en el armario, o mis hijos no quieren desechar cosas y las vuelven a guardar o simplemente es mi imaginación, pero que la pila parece igual o más grande es así. Parece desafiarme, como diciendo pensás tirarme toda, te equivocas sobre mis papeles.
La cosa amigos, es que las clases se acercan yo no terminé con la limpieza y todavía falta lo peor, comprar todo lo necesario para este año, lo que implica traer nuevas cosas al hogar.